martes, 8 de enero de 2013

Los verdugos

Son los grandes desconocidos de la historia habiendo jugado un papel muy importante en ella. Todos hemos oído hablar de torturas y decapitaciones, pero vamos a conocer más a fondo a los protagonistas de estos hechos.
Los verdugos son también llamados ajusticiadores. Su figura se institucionalizó en Europa, donde también se diseñó un atuendo consistente en trajes rojos o negros, capuchas, guantes y botas.
El trabajo de verdugo generalmente era hereditario, por lo tanto hubo familias que durante varias generaciones ejercieron este oficio, cobrando sueldos fijos o recibiendo pagos según el número de ejecuciones. Los matrimonios solían celebrarse entre familias de verdugos. Puesto que la hija de un verdugo no podía esperar un buen casamiento, y no todos estaban dispuestos a entrar en la familia de un ajusticiador. Se dieron famosas sagas de verdugos como los Samson de Francia.
A veces los verdugos eran los familiares de la víctima o los testigos presenciales del crimen; pero también podían ser personas escogidas de forma arbitraria o por castigo. En ocasiones un criminal condenado a muerte tenía la tarea de matar a los que hasta ese momento habían sido sus compañeros de infortunio.
En algunos lugares, los verdugos gozaban de privilegios: buenas pagas, un lugar destacado en la corte, un sitio reservado en los cementerios y la garantía de no ser castigados por delito alguno, pero en otros sitios los verdugos eran admirados y temidos; en otros, no podían convivir con las demás personas o tocar los alimentos en un mercado, teniendo que señalarlos con una vara. Ocupaban el último lugar al entrar a una iglesia y debían pedir permiso para comer en un sitio público, el cual muchas veces era denegado por el dueño o los clientes; si alguien se negaba tenía que ir a otro lado, siempre llevando su propia jarra de cerveza, de la que nadie compartía ni una sola gota. Al recibir el dinero de un verdugo, las personas se santiguaban en tres ocasiones.En algunos lugares, los verdugos debían vivir fuera de las ciudades, además de que estaban desamparados por las leyes. Solamente podía entrar en la ciudad con un permiso especial y debían caminar tocando una campana para avisar a las personas sobre su presencia.
De manera distinta al soldado, que es un asesino autorizado en tiempos de guerra, el verdugo por lo general es un asesino autorizado en tiempos de paz.
La espada del verdugo pertenecía a la comunidad y entre uso y uso, la espada se colgaba en algún edificio público como medida disuasoria para amedrentar por su imponente aspecto,y para que vieran lo que su hoja advertía.
Algunos verdugos no soportaban una vida dedicada a la muerte, por lo que se refugiaban en el alcohol, sufrían depresiones o se suicidaban.
Muchos de los hombres que los despreciaban públicamente, llegaban en secreto a los hogares de los verdugos para comprar toda clase de brebajes, polvos y remedios para el mal de amores. Muchos recogían las gotas de semen al pie del patíbulo donde habían ahorcado a un reo; o sangre de los decapitados ya que creían que tenía un poder sanador. Era tal la demanda que en algunos casos, después de la ejecución, se vendían cuencos llenos de sangre. Había unos que deseaban obtener el pulgar del ladrón, pues creían que su hueso evitaba que el dinero se agotara, para la misma finalidad servía un trozo de cuerda de ahorcado o una astilla del patíbulo. Incluso se creía que la espada de ejecución era de buena suerte.


La decapitación es uno de los más antiguos sistemas de ejecución. La decapitación era una pena suave si se realizaba con habilidad, estaba reservada para los condenados nobles y personas importantes. Era importante el aprendizaje y la práctica de los verdugos, ya que la decapitación podía ser un medio rápido y limpio de acabar con la vida del condenado o bien por el contrario, este acto, podía convertirse en una carnicería desastrosa: esto dependía exclusivamente de la maestría del verdugo.

Los verdugos se mantenían en forma entrenándose en los mataderos, con animales.
Había además métodos de ejecución poco ortodoxos.
George Plantagenet, duque de Clarence, miembro de la familia real británica pasó a la historia como personaje de la obra Ricardo III de William Shakespeare. Según documentos de la época, para ejecutarlo fue ahogado en un barril de vino, en 1478. Se dice que podría haber sido una broma de los verdugos, que conocían su fama de bebedor.
Otra de las decapitaciones más famosas fueron las de Ana Bolena, sin hacha, con una espada por un verdugo especialmente traído desde Calais, fue tan considerado con Ana que dijo, "¿Dónde está mi espada?" o "Mozo, trae mi espada" y luego la decapitó de un golpe, para que ella pensara que tenía todavía unos momentos más para vivir y no supiera que la espada estaba en camino.
Thomas Cromwell fue ejecutado en privado en la Torre de Londres. Los rumores aseguraban que Enrique VIII eligió a un verdugo inexperto; otros decían que en realidad, el verdugo se había emborrachado la noche anterior con los enemigos de Cromwell, y había llegado aún ebrio a ejercer su trabajo. Según crónicas de la época el inexperto verdugo le dio tres hachazos hasta que le decapitó.

Margarita Pole, condesa de Salisbuty, de setenta años, fue decapitada por orden del mismo Enrique VIII para vengarse del cardenal Pole, su hijo. Como se resistió, fue perseguida por el verdugo por todo el patíbulo y fueron necesarios varios golpes de hacha para terminar con su vida, en lo que se convirtió en un verdadero suplicio.

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