sábado, 12 de enero de 2013

Los Príncipes de la Torre

Los Príncipes de la Torre son el rey de Inglaterra Eduardo V y su hermano Ricardo de Shrewsbury, duque de York. Ambos eran hijos del rey Eduardo IV y de Isabel Woodville, por lo tanto herederos del trono.
Eduardo IV muere repentinamente y la corona recae en su hijo mayor Eduardo, como Eduardo V, de tan sólo doce años. Su tío Ricardo recibe el título de Lord Protector, pero no se contentaba sólo con eso.
El nuevo rey estaba refugiado con su tío materno Thomas Woodville. A pesar de ello, Ricardo capturó a su sobrino Eduardo y lo encerró en la Torre de Londres, donde pronto lo acompañó su hermano, de tan sólo nueve años, de ahí el nombre de 'Los Príncipes de la Torre'

Se dice que era habitual verlos jugar en los patios; pero, más tarde, se dio la orden de que debían permanecer recluidos en sus habitaciones. Durante un tiempo, se les vio a través de alguna reja de la ventana, pero las apariciones se fueron haciendo cada vez más esporádicas; hasta que desaparecieron por completo.

 

Un doctor de Estrasburgo, el último de los servidores del rey, declaró que: ''El joven rey, al igual que una víctima dispuesta al sacrificio, impetraba el perdón de sus pecados por medio de una confesión diaria y penitencia, porque creía que la muerte le acechaba…. He visto deshacerse en lágrimas y lamentaciones a muchos hombres cuando se aludía a él tras su desaparición de la vista de todos; cundía ya la sospecha de que habían acabado con él.''
Circularon entre el pueblo numerosos rumores según los cuales el rey había dado muerte a los niños…. Algunos decían que los príncipes fueron asesinados entre dos colchones de plumas; otros aseguraban que murieron ahogados en malvasía, y otros, que les fue administrada una poción venenosa”. También hay una hipótesis, la menos creíble según mi opinión, la cual dice que los niños estaban vivos dos años después, cuando Enrique VII se hizo con el trono, se los encontró en la Torre y fue el novel rey quien acabó con ellos ya que tenían mejores derechos que él y con ello se aseguraba su nuevo puesto.
Tomás Moro escribió un relato de lo más detallado sobre cómo se habrían producido las muertes de los niños: ''Cuando Ricardo, en 1483, llegó a Gloucester, tomó la súbita determinación de matar a sus sobrinos para afianzar su posición, y para ello envió a un hombre de confianza a la Torre con una carta para el condestable, ordenándole matar a los niños. El condestable se negó, y cuando el rey recibió su respuesta dijo a “un secreto paje suyo”: -¡Ah! ¿En quién podré confiar al fin? -El paje le sugirió a James Tyrell, un individuo muy ambicioso. Éste accedió, y Ricardo le entregó una nueva carta para el condestable pidiéndole que le confiase a Tyrell las llaves de la Torre durante una noche. Como asesinos, Tyrell eligió a uno de los 4 custodios de los príncipes y a su propio mozo de cuadra. A eso de medianoche, ambos se acercaron sigilosamente a los niños y envolviéndolos en las ropas de la cama los asfixiaron con el colchón y las almohadas. Luego Tyrell los mandó enterrar al pie de la escalera, a conveniente profundidad del suelo. El rey le dio efusivas gracias y según algunos lo armó caballero de inmediato''. La fuente de esta historia al parecer fue la confesión del propio James Tyrell, poco antes de ser ejecutado por Enrique VII con ocasión de otro delito. Se declaró que había confesado el crimen al ser interrogados en la Torre.
También se rumoreó que el nuevo monarca había llegado a un acuerdo con la madre de los pequeños para que fueran sacados del país y educados en el anonimato, con la promesa de que nunca volverían a Inglaterra. Años después varios jóvenes reclamaron el trono, pretendiendo ser alguno de los desgraciados príncipes; algunos de estos pretendientes alcanzaron gran notoriedad en la época y aglutinaron a su alrededor numerosos partidarios, pero todos tuvieron el mismo fin: la muerte por traición.
Lo único medianamente demostrable de todo esto, es que en 1674, unos 200 años más tarde, durante el reinado de Carlos II, trabajadores descubrieron los cuerpos de dos niños o niñas al quitar una escalera adosada a la White Tower en la Torre de Londres al remover los cimientos. Los huesos que pertenecían a dos menores, estaban metidos dentro de un arca de madera. Los ingleses creyeron que eran los cuerpos de los príncipes, y les dieron un entierro real en la Abadía de Westminster, lugar de reposo de los miembros de la Familia Real Británica. Pero las únicas pruebas reales de que se cometiera un asesinato son los huesos encontrados -aunque en un lugar con la historia de la Torre podrían ser de cualquiera- y por supuesto la desaparición de los niños. Que hoy en día se haga una prueba de ADN a los huesos es poco probable, pues la actual reina se niega a autorizarlo.
Sigamos con la historia. Con los sobrinos bajo su mano, haciendo valer sus derechos con el trono, Ricardo declaró que su hermano se había casado tres años antes con otra mujer, Leonor Talbot, antes de su matrimonio con Isabel Woodville, por tanto era bígamo y sus dos hijos bastardos. Pese a que tanto Eduardo como Elanor estaba muertos para entonces, existía un testigo de tales hechos, Roberto Stillington, obispo de Bath. El Parlamento de Inglaterra corroboró esta versión, declarando bastardos a los niños y siendo declarado y coronado como rey de Inglaterra con el nombre de Ricardo III. Pero el pueblo lo consideraba un asesino.

 

Isabel Woodville, madre de los niños (de quien hablaremos más adelante) fue despojada del título de reina madre. (Ver Isabel Woodville) Se hizo aliada de los Lancaster, ya que si Enrique Tudor, conde de Richmond, descendiente de los Lancaster, le arrebataba el trono a su cuñado, su hija Isabel se casaría con él. Aprovechándose de lo poco que le quería el pueblo, y los enemigos que se había forjado el rey, Enrique VII desembarcó en Inglaterra (estaba exiliado en Francia) y en la batalla de Bosworth Ricardo III luchó con gran valentía y murió en el campo de batalla. Ese mismo día, Enrique fue proclamado rey con el nombre de Enrique VII y un año más tarde se casaba con Isabel de York.(Ver Isabel de York)

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