martes, 8 de enero de 2013

Comiendo con Enrique y sus cortesanos

Vamos a conocer un poco mejor la alimentación de la corte, pero también del pueblo llano, para ver las diferencias entre unos y otros. Cabe destacar que en la corte de Enrique VIII solía haber entre 600 y 1000 personas para cada comida.
Todos los días, los cocineros comenzaban su labor a las cinco de la mañana, lo primero que se hacía era el pan, el cual era para el día siguiente, ya que creían que comerlo recién hecho producía acidez de estómago. Algunas veces a  la masa de pan se le añadía pasas, o frutos secos. Había tres tipos de pan: pan blanco, de trigo, integral o de centeno. La clase alta solía comer pan de trigo, y la clase baja de centeno o de cebada.
Preparaban la comida con productos recién cogidos de la huerta, frutos secos y naranjas (traídas de Sevilla). Se mataban y se preparaban los conejos, pavos, pollos, faisanes, venados, palomas, focas, grajos, pajarillos cantores, ternera, cerdo, cordero, pavo real... según el menú de cada día. De pescado comían sobre todo salmón traído desde Escocia, aunque también comían anguilas, pescadilla, acedías, bacalao, truchas y lucios. También comían mejillones, cangrejos, ostras, almejas y berberechos. Obviamente el pueblo tampoco podía disfrutar de tales alimentos.
Casi toda la comida se cocinaba con especias que traían desde Oriente, las cuales tenían un elevado precio, por lo tanto la clase baja carecía de ellas.
Antes de ir de caza a una hora muy temprana, el rey desayunaba un bollito, fiambre y cerveza. Y a las once de la mañana se hacía la comida principal. Los cocineros debían jurar su lealtad al rey en persona, por miedo a envenenamientos.
La mesa más alta se servía primero y luego se iba pasando cada plato a los otros invitados según su rango. A los que estaban sentados en las mesas más bajas les llegaban viandas más modestas, como por ejemplo morcillas o estofado de ciervo con judías. En algunos banquetes se condimentaban éstas con vinagre, miel, perejil, salvia, cebolla e hinojo.
La mesa se preparaba con gran esmero, los manteles eran blancos, todavía no existía el tenedor. De cubiertos sólo se ponía la cuchara. Se empleaba el cuchillo en la mesa, pero generalmente no se incluía con el plato ya que se esperaba que cada uno de los comensales llevara consigo uno.
Ya en la mesa las interminables bandejas repletas de comida eran llevados por parejas de hasta seis sirvientes.


Lo primero que se servía era el pan y el vino. El primer plato solía ser carne hecha a la brasa, a la que se le añadía un poco de aceite de romero, pollo asado con hinojos, pavo asado, o tarta dulce de carne rodeada de higos, o bien una ensalada adornada con naranjas, pétalos de rosas, o de caléndula.También para ocasiones más especiales se hacía pavo real, que se despellejaba, se cocinaba, y luego se volvía a poner la piel forrándolo, para dar impresión de que el pavo estaba vivo y crudo por lo tanto. Los vegetales apenas se comían en la corte, a diferencia del pueblo. El pueblo llano comía cocidos, en noviembre salaban un cerdo, el cual tenía que durarles todo el año, y si todavía disponían de él, le añadían un trozo de carne o panceta.
No se bebía agua, puesto que era poco saludable por su falta de higiene y era sustituido por la cerveza, incluso en menores. Se solían beber al año, unos 600.000 barriles de cerveza. También se tomaba vino, un vino medicinal que era obligado en cada mesa, se trataba de un vino de Burdeos, al que se le añadían granos de paraíso, pimienta larga y pimienta cubeba. Con miel, hacían vino de miel, puesto que había muchas colmenas, Inglaterra exportaba a Europa miel por su gran calidad. El pueblo bebía cerveza o leche. Café, té o chocolate sólo podían permitírselo los nobles o cortesanos.
Algo que le encantaba al rey era el queso, además se creía que el queso cocía la comida en el estómago, porque se taponaba el intestino, y al estar más tiempo en el estómago se cocía mejor. También se hacía mantequilla en las lecherías, y se metía en moldes con formas de animales para darle forma, solían añadirles caléndula para darle un toquen amarillento.
La comida principal solía durar tres horas, con un tiempo de descanso. En la segunda parte, se servían empanadas, rellenas de anchoas, o carne de los ciervos que cazaba el rey. También salmón relleno de puerros, o carne de venado con cebollas, ciruelas o vino tinto.
Uno de sus bocados preferidos era la carne de corzo, que los cocineros de palacio salaban, la dividían en cuartos, dos días antes de asarla.
La comida se servía sobre gruesas rodajas de pan rancio con huecos en el medio para absorber el jugo; estas rodajas no se comían, sino que se reunían para dárselas a los pobres después de la comida.
De media al año, en la corte de Enrique VIII, se comían 1.240 de Carne Vacuna, 8.200 ovejas, 2.330 ciervos, 760 corderos, 1.870 cerdos y 53 jabalís.
El postre preferido de Enrique VIII eran las tartaletas de las damas de honor, un pastelito de hojaldre relleno de crema y coco, o mermelada o requesón. Su nombre se lo dio el propio rey cuando una dama de honor de Catalina, lo estaba comiendo, y al preguntarle por su nombre, la dama se encogió de hombros. Se dice que la dama era Ana Bolena. También se tomaba de postre gelatina, hechas con cuernos de venado, pezuñas de vaca, y su color dependía de lo que se le agregara. En ocasiones, para darle un tono verdoso, mandaban a un niño que orinara en la mezcla. El azúcar se convirtió en el ingrediente de éxito, pero era muy costoso por lo que casi solo lo consumía la nobleza. Había problemas dentales en toda la corte. Se dice que Isabel I tuvo también dientes negros y podridos, debido a su aficción por este dulce. El azúcar más fino y blanco se conseguia de Madeira. Otro azúcar también prodigioso se conseguia del norte de África y de las Islas Canarias. El azúcar común era marrón, muy pegajoso y era bueno para preparar siropes y para marinar carne. En la corte también solían añadirle azúcar a la cerveza negra, a las salsas para carnes y pescados y para producir mazapán.Para los postres como flanes, galletas y pasteles también usaban grandes cantidades de azúcar.
Para finalizar la comida, se tomaba aguardiente. El aguardiento predilecto se llama Escobar, hecho con regaliz, sándalo rojo y láminas de oro; se tenía catorce días en maceración y se tomaba sin colar.

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