viernes, 1 de febrero de 2013

Ana de Cleves (4ª esposa)

Ana nació en 1515 cerca de Düsseldorf, como la segunda de los cuatro hijos de Juan III, duque de Cléveris, y de María de Julich. Tras la muerte de su padre, su hermano heredó el ducado.
A los doce años de edad, Ana fue prometida a Francisco, hijo y heredero del duque de Lorena, mientras que él sólo tenía diez años de edad, así que el compromiso fue considerado "oficioso" y fue cancelado en 1535.
Más allá de la tristeza que embargaba a Enrique por la muerte de su esposa Jane, debió considerar celebrar un nuevo matrimonio, ya que resultaba conveniente a los fines de fortalecer sus alianzas de poder. En este sentido, necesitaba casarse con alguna candidata que lo aliara con el Sacro Imperio Romano Germánico que –liderado por el Emperador Carlos– representaba la mayor potencia de la época.
Entre las posibles esposas se encontraba la flamenca Ana de Cleves, princesa de una familia destacada de religión protestante luterana, lo que favorecería la posición de Enrique en Inglaterra como jefe de la Iglesia Anglicana que él mismo había creado. A los fines de consolidar aún más esa posición, pensó en pactar el matrimonio del recién nacido Eduardo con una hermana de Ana, intento que resultará fallido.
Se le encargó al artista Hans Holbein el Joven retratar a Ana y a su hermana menor, Amelia, pues Enrique estaba considerando a ambas como candidatas para ser su cuarta esposa. Enrique pidió al artista que fuera tan preciso como fuera posible, que no halagase a las hermanas, aunque el gran pintor, sin embargo, por temor de desagradar al rey realizó un retrato retocado de la futura reina, ante el cual el rey aprobó y hasta se ilusionó con la nueva posesión conyugal. El canciller Thomas Cromwell instó al rey a este enlace.

Según los cánones de la época, Ana era realmente fea: era alta, corpulenta, y su rostro poco agraciado mostraba además marcas de picaduras de viruela. Era hábil en labores de aguja y le gustaba jugar a las cartas. Podía leer y escribir correctamente, pero sólo en alemán. Ana era considerada amable, virtuosa y dócil, pero aún así era poco apta para sostener los diálogos ingeniosos de una corte renacentista, dirigidos muchas veces por el mismo rey, que escribía versos, creaba canciones y gustaba de la lectura, todo lo cual era ajeno a los gustos de Ana, la cual apenas hablaba inglés.


Enrique estaba impaciente por ver a su futura novia. Así que marchó a Rochester y no se sintió satisfecho con la llegada de Ana a Inglaterra. Sintió que había sido engañado, pues todo el mundo había alabado los atractivos de Ana: "No es en absoluto tan bella como me habían contado," se quejó. Enrique instó a Cromwell para que encontrara alguna forma legal de evitar el matimonio, pero llegados a tal punto, hacerlo era imposible sin arriesgar la alianza vital con los alemanes.
Preso de esta decisión, ya que no podía negarse al casamiento por los altos intereses políticos y económicos que la novia representaba, contrajo matrimonio el 6 de enero de 1540. en el Palacio de Placentia. De esta manera, Ana de Cleves se convertía en la cuarta esposa de Enrique VIII.

La primera noche de la pareja como marido y mujer no fue feliz. Enrique confió a Cromwell que no había consumado el matrimonio, diciendo, "Antes no me gustaba mucho, pero ahora me gusta mucho menos".
Ana había permanecido católica conservadora, aunque su familia era luterana. Entabló una relación próspera con la princesa María y se estima que su relación con el rey era buena. A pesar de esto, Enrique había puesto su atención en una dama que formaba parte del séquito de damas de honor de Ana, la bella Catalina Howard. De esta forma, el matrimonio entre Enrique y Ana estaba destinado a la ruptura. Este matrimonio fue el principio del fin para Thomas Cromwell como Lord canciller.

Ordenaron a Ana abandonar la corte el 24 de junio, y el 6 de julio se le informó de la decisión de su marido de reconsiderar el matrimonio. Poco después, pidieron a Ana su consentimiento para una nulidad, a lo que ella accedió, probablemente temerosa de correr la suerte que la anterior reina Ana. El matrimonio se anuló el 9 de julio de 1540 alegando que no se había llegado a consumar por su anterior compromiso con Francisco de Lorena.
A cambio de ello, recibiría una importante renta vitalicia de acuerdo con su alto rango. Fue compensada con diversas propiedades, incluyendo el Castillo de Richmond (en el condado de Surrey) y el de Hever (en Kent), perteneciente a la familia de su segunda esposa, Ana Bolena. La Casa de Ana de Cléveris, en Lewes, Sussex, es sólo una de sus propiedades; ella nunca vivió allí. Enrique y Ana se convirtieron en buenos amigos; ella era un miembro honorífico de la familia del rey, y se referían a ella como "la querida hermana del rey". Fue invitada a menudo a la corte y, por gratitud al no haber disputado la anulación, Enrique decretó que se le diera precedencia por delante de todas las mujeres de Inglaterra salvo su propia esposa e hijas.
En 1553, cuando las hijas de Enrique, María e Isabel marcharon a Londres con María como la nueva reina, Ana estuvo allí para saludarlas. También estuvo presente en la coronación de María I en Westminster. Esa fue su última aparición pública.

Unos meses más tarde, Ana escribió a María I para darle la enhorabuena por su matrimonio con el príncipe Felipe de España. No obstante, Ana raramente visitaba la corte durante el reinado de María y disfrutaba manejando sus propiedades particulares. Desde su llegada como novia del rey, Ana nunca dejó Inglaterra.
Fue la última de las seis esposas de Enrique VIII en morir. Cuando su salud empezó a fallar, María I permitió a Ana vivir en Chelsea Old Manor , donde había vivido la última esposa de Enrique, Catalina Parr, después de su matrimonio. Aquí dictó su testamento a mediados de julio de 1557. En él menciona a su hermano, su hermana y su cuñada, así como a la futura reina Isabel, la duquesa de Norfolk y la condesa de Arundel. Dejó algo de dinero a sus sirvientes y pidió a María e Isabel que los empleasen en sus casas.
Ana murió en Chelsea Old Manor, el 16 de julio de 1557, unas pocas semanas antes de su cuadragésimo segundo cumpleaños.
Fue sepultada el 3 de agosto en lo que se describe como "una tumba algo difícil de encontrar en la abadía de Westminster". Su tumba se encuentra en el lado opuesto al santuario de Eduardo el Confesor y un poco por encima del nivel de visión de una persona de mediana estatura. Al final de sus días se reconvirtió al catolicismo siguiendo los consejos de la hija de su esposo, María Tudor.
Tiene la distinción de ser la última de las esposas de Enrique VIII en morir, pues vivió nueve años más que la última, Catalina Parr. Sin embargo, no fue la que tuvo más larga vida, pues en esto la superó la primera, Catalina de Aragón, que tenía cincuenta años cuando murió.






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